Orígenes de la química orgánica


La química orgánica es la disciplina científica que estudia la estructura, síntesis y reactividad de compuestos químicos formados principalmente por carbono e hidrógeno, los cuales pueden contener otros elementos, generalmente en pequeña cantidad como oxígeno, azufre, nitrógeno, halógenos, fósforo, silicio. 

Los compuestos orgánicos y sus reacciones han sido utilizados desde la antigüedad. Los antiguos egipcios ya utilizaban el índigo y la alizarina para teñir telas. La famosa “púrpura real” fenicia del siglo VII a. c. la obtenían de una rara especie de molusco. Desde épocas muy antiguas se conoce la conversión de la grasa animal en jabón por tratamiento de ésta con lejía. También la fermentación. Hay vestigios de producción y consumo de cerveza en la Península Ibérica, concretamente en la cueva de Can Sadurní en la provincia de Barcelona, procedentes del año 4300 a.C. También en el Valle de Ambrona en Soria datados aproximadamente en el 2400 a.C. y en los restos del poblado íbero de Genó en la provincia de Lérida, fechados en el 1100 a.C. Hoy en día se sigue realizando sin apenas modificaciones importantes.

Alquimistas aparte, la Química Orgánica, tal y como hoy la conocemos, tuvo su origen a principios del siglo XIX con la introducción por Dalton de la teoría atómica. En la época de Lavoisier, en parte gracias a sus estudios sobre la combustión de compuestos, se empiezan a reconocer dos ramas de la Química. Por un lado, las sustancias obtenidas de fuentes naturales u organismos vivos fueron denominadas “orgánicas”, mientras que aquellas aisladas de fuentes minerales fueron llamadas “inorgánicas”. El análisis por combustión de las primeras demostró que todas ellas contenían carbono, de ahí el origen de la denominación de Química orgánica, aún vigente.
En 1807, Berzelius definió por primera vez la Química Orgánica como el estudio de los compuestos derivados de seres vivos. Junto a otros hombres de ciencia de la época acuñó por vez primera el término “fuerza vital” para expresar la incapacidad humana de prepararlos en el laboratorio, dando lugar a la corriente filosófica conocida como “Vitalismo”, vigente durante el primer tercio del siglo XIX.

Berzelius argumentó que los compuestos orgánicos no podían ser sintetizados en el laboratorio, alegando que los valores obtenidos por combustión desafiaban la lógica establecida en las leyes de las proporciones atómicas, que eran de habitual cumplimiento en el caso de los compuestos denominados inorgánicos.

El Vitalismo fue perdiendo apoyo a medida que los datos analíticos ponían en evidencia que las leyes químicas convencionales, que gobernaban el comportamiento de la materia inorgánica, eran también válidas para los compuestos orgánicos.

Dos acontecimientos cambiaron el rumbo del pensamiento científico de la época. Primero Chevreul en 1816  descubrió que el jabón obtenido del tratamiento de la grasa animal con un álcali se podía separar en varios componentes orgánicos puros, a los que llamó ácidos grasos. Por primera vez una sustancia orgánica (la grasa animal) podía ser convertida en otras (ácidos grasos y glicerina) sin intervención de la “fuerza vital externa”. Pero el experimento de más renombre, y principal causante del final del Vitalismo, fue anunciado por Wöhler en 1828, cuando publicó la síntesis de la urea por calentamiento y evaporación de una disolución acuosa de cianato amónico, una sal inorgánica.
El mismo Wöhler tuvo sus dudas acerca de si sus observaciones eran una refutación de la teoría vitalista, ya que se podría pensar que dicha “fuerza vital” podía haber sido transmitida a través del cianuro empleado para la obtención del cianato, pues éste procedía de reacciones cuyos ingredientes eran cascos y cuernos de animales. Una consecuencia de la síntesis de Wöhler fue la observación de que dos materiales diferentes (cianato amónico y urea) tenían la misma composición elemental. Berzelius, maestro del Wöhler, utilizó por vez primera el término “isómero” para designar este hecho.
En 1830 Justus Liebig -considerado el padre de la química orgánica moderna por sus experimentos para determinar el contenido de Carbono en muestras orgánicas- diseñó el “Kali Apparat”, aparato alcalino, para determinar el contenido de carbono en muestras orgánicas. 

En 1844,  Kolbe preparó ácido acético, presente en el vinagre, a partir de carbón y agua, despejando cualquier duda al respecto. Hacia 1860 Berthelot había ya descrito la preparación de un gran número de sustancias orgánicas simples (ácido fórmico, etileno, metano, propeno) por combinación de monóxido de carbono con agua.